"»Los objetos tienen una
longitud total de ocho pies. El torso, en forma de barril, con cinco
protuberancias, mide seis pies de longitud, tres pies y cinco décimas
de diámetro central y un pie de diámetro en los extremos. Gris
oscuro, flexibles y extraordinariamente duros. Alas membranosas de
siete pies de longitud y del mismo color, que encontramos plegadas,
salen de los surcos entre las protuberancias. La estructura de las
alas es tubular o glandular, de un color gris más claro, con
orificios en las puntas. Las alas extendidas tienen los bordes
serrados. En torno al ecuador, en el centro de cada una de las cinco
protuberancias verticales semejantes a duelas de barril, hay un
sistema de brazos o tentáculos gris claro y flexibles, que
encontramos fuertemente plegados contra el torso, pero se pueden
extender hasta una longitud máxima de más de tres pies. Se asemejan
a los brazos de los crinoideos primitivos. Tallos sencillos de tres
pulgadas de diámetro se ramifican a una distancia de unas seis
pulgadas en otros cinco tallos, cada uno de los cuales se subdivide
al cabo de ocho pulgadas en pequeños tentáculos o zarcillos
ahusados que dan a cada tallo un total de veinticinco tentáculos.
»En la parte superior del torso un cuello romo, bulboso, de color gris claro con indicios de algo que se asemeja a branquias, sostiene lo que parece ser una cabeza amarillenta con forma de estrella de mar cubierta por pelillos o cilios muy recios de varios colores elementales.
»La cabeza, gruesa y como hinchada, mide unos dos pies de un extremo al otro con tubos amarillentos y flexibles de unas tres pulgadas que salen de cada punta. Hendidura en el centro exacto de la parte superior, probablemente un orificio de respiración. En el extremo de cada uno de los tubos, abultamiento esférico en donde la membrana amarillenta se repliega al tocarla, dejando ver un globo vidrioso irisado y rojizo, evidentemente un ojo.
»Cinco tubos rojizos algo más largos salen de los ángulos internos de la cabeza estrellada y terminan en partes hinchadas del mismo color, semejantes a bolsas que, al apretarlas, se abren y muestran orificios con forma de campana de dos pulgadas de diámetro como máximo recubiertos de salientes afilados, blancos y semejantes a dientes -probablemente bocas-. Todos estos tubos, cilios y puntas de la cabeza estrellada los encontramos firmemente plegados, con los tubos y las puntas fuertemente adheridos al cuello bulboso y al torso. La flexibilidad es sorprendente a pesar de la extraordinaria dureza.
»En la parte inferior del torso hay una reproducción más primitiva de la cabeza con funciones distintas. Un falso cuello bulboso de color gris claro, sin branquias rudimentarias, sujeta una estructura verdosa en forma de estrella de mar de cinco puntas.
»Brazos recios y musculados, de cuatro pies de largo y de grosor en disminución a partir de un diámetro de siete pulgadas en la base hasta dos y cinco décimas en los extremos. Adherida a la punta de cada brazo hay una pequeña terminación triangular membranosa, con finas venas, de una longitud de ocho pulgadas y una anchura de seis en el extremo final. Esta es la membrana, la aleta o seudopata que dejó huellas en rocas con una antigüedad de entre mil millones y cincuenta o sesenta millones de años.
»De los ángulos internos de las formas estrelladas salen tubos de dos pies que van disminuyendo de grosor desde un diámetro de tres pulgadas en la base a una tercera parte de ese diámetro en el extremo. Tienen orificios en las puntas. Todas estas partes son correosas y de enorme dureza, pero extremadamente flexibles. Brazos de cuatro pies de longitud con membranas interdigitales empleadas indudablemente para moverse en el agua o en otro medio. Cuando se mueven, muestran lo que parece ser una excesiva musculatura. Tal como los encontramos, estaban todos fuertemente plegados sobre el falso cuello y el final del torso, al igual que sus correspondientes proyecciones del extremo opuesto."
En las Montañas de la Locura, H.P. Lovecraft
Antiguos y shoggoth en el cómic "Dentro de la Montaña de la Locura", protagonizado por Conan y Belit
(La Espada Salvaje de Conan, vol.2, nº 3)
"-Has matado al Druida Oscuro -murmuró Fabricus-. Sí, su sangre llena tu hoja; la veo brillar incluso a través de tu peto aunque otros no puedan, y así sé que al final soy libre para hablar. Antes que los Romanos, antes que los mismísimos Druidas Celtas, antes de los Gaélicos y los Pictos incluso, estaba el Druida Oscuro, el Maestro del Hombre. Así se llamaba a sí mismo, porque era el último de los Hombres-Serpiente, el último de la raza que precedió a la humanidad en el dominio del mundo. Suya fue la mano que dio a Eva la manzana y quien incitó a Adán a internarse por la senda maldita del deseo. El Rey Kull de Atlantis acabó con sus últimos adeptos con el filo de su espada en desesperada lucha, pero él sobrevivió e imitó la forma del hombre y tomó el papel de Señor Satánico de tiempos pasados. Ahora veo muchas cosas: ¡cosas que la vida oculta pero que se revelan al abrirse las puertas de la Muerte! Antes que el Hombre estaban los Hombres-Serpiente, y antes que ellos estaban los Antiguos de Cabeza en forma de Estrella, quienes crearon a la Humanidad, y posteriormente, el abominable Demonio en Forma de Cabra cuando vieron que el Hombre no se plegaría a sus designios. Este templo es el último baluarte de su civilización maldita que permanece sobre el exterior, y, bajo él araña el último shoggoth que permanece cerca de la superficie de este mundo. El Demonio-Cabra sólo hoya las colinas de noche, pues ahora es territorio del hombre, y los Antiguos y los shoggoths se esconden profundamente bajo la tierra hasta el día en que Dios quizá los llame para contender en el Apocalipsis..."
»En la parte superior del torso un cuello romo, bulboso, de color gris claro con indicios de algo que se asemeja a branquias, sostiene lo que parece ser una cabeza amarillenta con forma de estrella de mar cubierta por pelillos o cilios muy recios de varios colores elementales.
»La cabeza, gruesa y como hinchada, mide unos dos pies de un extremo al otro con tubos amarillentos y flexibles de unas tres pulgadas que salen de cada punta. Hendidura en el centro exacto de la parte superior, probablemente un orificio de respiración. En el extremo de cada uno de los tubos, abultamiento esférico en donde la membrana amarillenta se repliega al tocarla, dejando ver un globo vidrioso irisado y rojizo, evidentemente un ojo.
»Cinco tubos rojizos algo más largos salen de los ángulos internos de la cabeza estrellada y terminan en partes hinchadas del mismo color, semejantes a bolsas que, al apretarlas, se abren y muestran orificios con forma de campana de dos pulgadas de diámetro como máximo recubiertos de salientes afilados, blancos y semejantes a dientes -probablemente bocas-. Todos estos tubos, cilios y puntas de la cabeza estrellada los encontramos firmemente plegados, con los tubos y las puntas fuertemente adheridos al cuello bulboso y al torso. La flexibilidad es sorprendente a pesar de la extraordinaria dureza.
»En la parte inferior del torso hay una reproducción más primitiva de la cabeza con funciones distintas. Un falso cuello bulboso de color gris claro, sin branquias rudimentarias, sujeta una estructura verdosa en forma de estrella de mar de cinco puntas.
»Brazos recios y musculados, de cuatro pies de largo y de grosor en disminución a partir de un diámetro de siete pulgadas en la base hasta dos y cinco décimas en los extremos. Adherida a la punta de cada brazo hay una pequeña terminación triangular membranosa, con finas venas, de una longitud de ocho pulgadas y una anchura de seis en el extremo final. Esta es la membrana, la aleta o seudopata que dejó huellas en rocas con una antigüedad de entre mil millones y cincuenta o sesenta millones de años.
»De los ángulos internos de las formas estrelladas salen tubos de dos pies que van disminuyendo de grosor desde un diámetro de tres pulgadas en la base a una tercera parte de ese diámetro en el extremo. Tienen orificios en las puntas. Todas estas partes son correosas y de enorme dureza, pero extremadamente flexibles. Brazos de cuatro pies de longitud con membranas interdigitales empleadas indudablemente para moverse en el agua o en otro medio. Cuando se mueven, muestran lo que parece ser una excesiva musculatura. Tal como los encontramos, estaban todos fuertemente plegados sobre el falso cuello y el final del torso, al igual que sus correspondientes proyecciones del extremo opuesto."
En las Montañas de la Locura, H.P. Lovecraft
Antiguos y shoggoth en el cómic "Dentro de la Montaña de la Locura", protagonizado por Conan y Belit
(La Espada Salvaje de Conan, vol.2, nº 3)
"-Has matado al Druida Oscuro -murmuró Fabricus-. Sí, su sangre llena tu hoja; la veo brillar incluso a través de tu peto aunque otros no puedan, y así sé que al final soy libre para hablar. Antes que los Romanos, antes que los mismísimos Druidas Celtas, antes de los Gaélicos y los Pictos incluso, estaba el Druida Oscuro, el Maestro del Hombre. Así se llamaba a sí mismo, porque era el último de los Hombres-Serpiente, el último de la raza que precedió a la humanidad en el dominio del mundo. Suya fue la mano que dio a Eva la manzana y quien incitó a Adán a internarse por la senda maldita del deseo. El Rey Kull de Atlantis acabó con sus últimos adeptos con el filo de su espada en desesperada lucha, pero él sobrevivió e imitó la forma del hombre y tomó el papel de Señor Satánico de tiempos pasados. Ahora veo muchas cosas: ¡cosas que la vida oculta pero que se revelan al abrirse las puertas de la Muerte! Antes que el Hombre estaban los Hombres-Serpiente, y antes que ellos estaban los Antiguos de Cabeza en forma de Estrella, quienes crearon a la Humanidad, y posteriormente, el abominable Demonio en Forma de Cabra cuando vieron que el Hombre no se plegaría a sus designios. Este templo es el último baluarte de su civilización maldita que permanece sobre el exterior, y, bajo él araña el último shoggoth que permanece cerca de la superficie de este mundo. El Demonio-Cabra sólo hoya las colinas de noche, pues ahora es territorio del hombre, y los Antiguos y los shoggoths se esconden profundamente bajo la tierra hasta el día en que Dios quizá los llame para contender en el Apocalipsis..."
El templo de la abominación, Robert E. Howard y Richard Tierney
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