"Luego, al final de la avenida, vimos las pirámides inmensas y
fantasmales, dotadas de una oscura amenaza atávica que no
había notado a la luz del día. Hasta la más pequeña tenía un
aspecto horrible.., porque, ¿acaso no era en ella en donde
había sido enterrada viva la reina Nitocris de la VI dinastía, la
astuta reina Nitocris que invitó una vez a sus enemigos a un
festín, en un templo
situado bajo el Nilo, y los ahogó a todos abriendo las
compuertas? Recordé que los árabes murmuraban ciertas
historias sobre la reina Nitocris, y evitaban acercarse a la
tercera pirámide en determinadas fases de la luna. Sin duda
pensaba en ella Thomas Moore cuando escribió algo sobre lo
que murmuraban los barqueros de Memfis:
Ninfa subterránea que habita
Entre las gemas sin sol y las glorias ocultas:
¡Señora de la Pirámide!"
(...)
"No se dice qué ocurrió con esas momias compuestas -al
menos públicamente-, y es cierto que ningún egiptólogo ha
encontrado jamás ninguna. Los rumores de los árabes son
extravagantes y nada de fiar. Han llegado incluso a decir que
el viejo Kefrén -el de la Esfinge, la segunda pirámide y el
templo-entrada- vive en las profundidades del subsuelo,
desposado con la horrible reina Nitocris, y que ejerce su
dominio sobre las momias que no son ni de hombre ni de
bestia."
Bajo las pirámides, H.P. Lovecraft y Harry Houdiny
"La venganza de Nitocris" (La Espada Salvaje de Conan, nº 152)
"¡Salud a la reina!
Emparedada viva,
No maldigáis más su colmena
Levantada bajo la pirámide,
Emparedada viva,
No maldigáis más su colmena
Levantada bajo la pirámide,
Allí donde la arena
Ocultó su secreto.
Enterrada con su espejo
Para que ella,
Pueda ver a la medianoche
Figuras procedentes de otras esferas;
Sola con ellas,
Sepultada, horrorizada
¡hasta la muerte!
Ocultó su secreto.
Enterrada con su espejo
Para que ella,
Pueda ver a la medianoche
Figuras procedentes de otras esferas;
Sola con ellas,
Sepultada, horrorizada
¡hasta la muerte!
Justin Geoffrey
¡El espejo de la reina Nitocris!
Había oído hablar de él, desde luego -¿acaso existe algún ocultista que no lo haya oído nombrar?-, e incluso había leído algo al respecto en el apasionante libro de Geoffrey, El pueblo del monolito, y sabía que se susurraban cosas sobre él en ciertos círculos en los que mi presencia es detestada. Sabía que Alhazred había insinuado ya sus poderes en el prohibido Necronomicón, y que ciertas tribus del desierto siguen haciendo un signo pagano que, cuando se les pregunta por su origen, dicen que se remonta muchísimos siglos atrás.
Había oído hablar de él, desde luego -¿acaso existe algún ocultista que no lo haya oído nombrar?-, e incluso había leído algo al respecto en el apasionante libro de Geoffrey, El pueblo del monolito, y sabía que se susurraban cosas sobre él en ciertos círculos en los que mi presencia es detestada. Sabía que Alhazred había insinuado ya sus poderes en el prohibido Necronomicón, y que ciertas tribus del desierto siguen haciendo un signo pagano que, cuando se les pregunta por su origen, dicen que se remonta muchísimos siglos atrás.
(...)
Pero si el espejo perteneció realmente a la terrible soberana... ¡Vaya! Qué maravilloso objeto que añadir a mi colección. Lo colgué entre las estanterías, junto a las obras de Geoffrey, Poe, D'Erlette y Prinn. Porque, desde luego, los mitos y leyendas que había oído y sobre los que había leído en relación con él no eran más que eso: mitos y leyendas, y nada más.
(...)
Hojeé la a menudo fantasiosa reconstrucción del Necronomicón hecha por Feery hasta encontrar lo que buscaba. Lo más probable era que Feery no hubiese alterado esta sección, excepto, quizá, para modernizar la fraseología antigua del árabe «loco». Desde luego, el texto parecía corresponder a Alhazred. Y nuevamente aparecía allí una alusión a los acontecimientos que ocurrían a medianoche:
...porque mientras la superficie del espejo permanece quieta -tan lisa como la Piscina de Cristal de Yith-Shesh, o como el Lago de Hali cuando los Nadadores no hacen espuma-, y mientras sus puertas permanecen cerradas todas las horas del día, en la Hora de las Brujas, aquel que sabe, e incluso aquel que supone, puede ver en él todas las sombras y las figuras de la Noche y del Abismo, con el rostro de aquellos que las vieron antes. Y aunque el espejo pueda permanecer olvidado eternamente, su poder no morirá, y deberá saberse:
Que no está muerto lo que yace eternamente
Y con los evos extraños hasta la muerte puede morir"
...porque mientras la superficie del espejo permanece quieta -tan lisa como la Piscina de Cristal de Yith-Shesh, o como el Lago de Hali cuando los Nadadores no hacen espuma-, y mientras sus puertas permanecen cerradas todas las horas del día, en la Hora de las Brujas, aquel que sabe, e incluso aquel que supone, puede ver en él todas las sombras y las figuras de la Noche y del Abismo, con el rostro de aquellos que las vieron antes. Y aunque el espejo pueda permanecer olvidado eternamente, su poder no morirá, y deberá saberse:
Que no está muerto lo que yace eternamente
Y con los evos extraños hasta la muerte puede morir"
El espejo de Nitocris, Brian Lumley
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