Necronomicón (2ª parte)
"«Los hombres pueden tropezar con cosas secretas, pero von Junzt llegó a profundizar en misterios prohibidos. Por ejemplo, era uno de los pocos hombres que podían leer el Necronomicón en la traducción griega original.
Taverel se encogió de hombros, y el profesor Kirowan, aunque bufó y chupó violentamente su pipa, no dio ninguna contestación directa; pues él, al igual que Conrad, había profundizado en la versión latina del libro, y había descubierto allí cosas que ni siquiera un científico de sangre fría podría contestar o refutar.
-Bueno -dijo con presteza-, supongamos que admitimos la antigua existencia de cultos que giran alrededor de dioses y entidades sin nombre y tan espeluznantes como Cthulhu, Yog-Sothoth, Tsathoggua, Gol-goroth y semejantes. No puedo concebir en modo alguno que supervivientes de dichos cultos acechen en los rincones oscuros del mundo hoy en día."
Los hijos de la noche, Robert E. Howard
"Tregardis se había dedicado, no sin cierto temor, a la comparación del volumen francés con el terrible Necronomicón, del árabe loco Abdul Alhazred. Había encontrado numerosas correspondencias cuyo significado era tan negro como escalofriante, junto con muchos datos prohibidos que, o bien eran desconocidos para el árabe, o bien los había omitido él mismo... o sus traductores."
Ubbo-Sathla, Clark Ashton Smith
"Muchos y multiformes son los oscuros horrores que infestan la Tierra desde sus orígenes. Duermen bajo la roca inamovible; crecen con el árbol desde sus raíces; se agitan bajo la mar y en las regiones subterráneas; habitan los reductos más sagrados. Cuando les llega su hora, brotan del sepulcro de orgulloso bronce o de la humilde fosa de tierra. Algunos hay de antiguo conocidos por el hombre; otros, permanecen ignorados hasta el día terrible de su revelación. Tal vez los más espantosos y atroces no se han manifestado aún. Pero entre aquellos que surgieron hace tiempo, entre los que han evidenciado su insoslayable presencia, hay uno que por su suprema inmundicia no puede nombrarse: la descendencia que los moradores secretos de las criptas han engendrado en la humanidad.
(Del Necronomicón, de Abdul Alhazred)."
Estirpe de la cripta, Clark Ashton Smith
"Había dos fotografías prendidas en la primera página. El pie de una de ellas rezaba así: Fragmento de mosaico romano, Goatswood: el de la otra decía: Reproducción del grabado de la p. 594 del «Necronomicón». La primera representaba un grupo como de acólitos o sacerdotes encapuchados depositando un cadáver ante un monstruo acurrucado. La segunda era una reproducción algo más detallada de esa misma criatura. El monstruo en sí era tan absolutamente ajeno a cualquier ser de nuestro planeta, que me es imposible describirlo. Era de forma ovalada, pálido y reluciente, sin más rasgos faciales que una hendidura vertical, acaso la boca, rodeada de arrugas córneas. Igualmente carecía de miembros; en cambio había algo en él que sugería una capacidad plástica de formar órganos o miembros a voluntad. Indudablemente se trataba de una fantasía morbosa nacida de algún cerebro enfermo. Aun así, ambas ilustraciones resultaban tremendamente impresionantes."
"un párrafo transcrito del Necronomicón:
«La Horda del sepulcro no otorga privilegios a sus adoradores. Son escasos en poder, pues sólo alcanzan a alterar dimensiones espaciales de pequeña magnitud y a hacer tangible únicamente aquello que en otras dimensiones nace de los muertos. Tendrán dominio y potestad dondequiera que fueren entonados los cánticos en loor de Yog-Sothoth, si es la época propicia, mas pueden atraer a quienes abran las puertas que son suyas, en las moradas sepulcrales»."
La iglesia de High Street, Ramsey Campbell
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